Cuatro nuevos sacerdotes

San Francisco de Macorís.- El obispo de esta Diócesis resaltó la alegría y pláceme de toda la grey al ordenar el sábado 30 de Julio pasado en la catedral Santa Ana cuatro nuevos sacerdotes y un diácono transitorio.

El acto religioso al que asistieron masivamente sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, animadores de asamblea, familiares de los ordenados y una multitud de feligreses, quienes fueron a apoyar los nuevos presbíteros.

Los nuevos ordenados son Carmelo Méndez, Ezequiel Martínez, ambos de eta ciudad; José Luis Rodríguez, de Loma de Jagua de Cabrera; Pedro Pablo Serrano, del municipio de Pimentel y Eustaquio Rodríguez, este último ordenado diácono, de Villa Riva.

En su homilía, monseñor Fausto Ramón Mejía expresó que “todos estamos de pláceme y agradecidos del Señor, éste es un acontecimiento que tendremos que esperar mucho tiempo para que vuelva a repetirse. Cinco jóvenes que hoy han dicho sí al Señor y a la Iglesia, para servir a sus hermanos. Este es el privilegio y regalo más grade y hermoso que cualquier ser humano puede recibir”.

El más alto prelado católico aquí señaló que “es un privilegio y una distinción porque es fruto de la iniciativa del amor del Señor para con ustedes; y en modo alguno, pueden ustedes considerar que es por su capacidad intelectual, su generosidad, y su santidad, por la que merecen tal distinción, para convertirse en administradores de la multiforme gracia del Señor, para ser instrumentos de salvación, hacerse partícipes de la gran misericordia de Dios y de ese poder inestimable de Cristo, quien sigue llamando hoy igual que ayer. A quien quiera, donde quiera y como quiera”.

“Hoy alcanza su madurez y su plenitud la invitación que Jesús les hizo un día, diciéndoles: préstenme sus manos para seguir bendiciendo, préstenme sus corazones para seguir amando, sus lenguas para continuar anunciando la Buena Nueva del Evangelio y sus pies para seguir llevando la misión evangelizadora a los demás”, agregó el obispo Mejía Vallejo”.

Enfatizó el obispo Fausto Mejía, dirigiéndose a los ordenados, que el sí que ustedes han dado al Señor, es igual o parecido al sí que de la Virgen María pronunció en la anunciación, que hizo posible de inmediato la unión del cielo y la tierra, lo humano y lo divino, al entrar Jesús en su vientre virginal. El Señor con ustedes iniciará una historia nueva, donde ustedes traerán a Jesús a los hombres y mujeres, y a la vez llevarán a estos ante Dios. Lo hermoso y grandioso de la Virgen María, fue que su sí lo entendió en clave de servicio y por eso de inmediato se fue a ponerse a disposición de su prima.

“Ustedes han dado un sí en esta sociedad de hoy que tiene sus luces y sus sombras y deben darlo con la conciencia de que en cualquier época histórica, y donde quiera que hay seres humanos, hay limitaciones, pequeñeces, grandezas y triunfos; por lo tanto, que no se les ocurra pensar y decir “que cualquier tiempo pasado fue mejor”, indicó, y agregó “porque éste es su tiempo; y el cristiano que sigue el proyecto de Jesús, avanza confiado, con optimismo y con la seguridad de que el Señor tendrá la última palabra y de Él será la Victoria final”.

El obispo de esta Diócesis prosiguió su exhortación a los ordenados: “Recuerden que el porvenir es más bello que todos los recuerdos, nos dirá Rabindranath Tagore. Es verdad que atravesamos una sociedad herida por los signos de muerte, zarandeada por una gran turbulencia, donde el individualismo niega lo esencial del ser humano que es su dimensión social; y por eso, como dice el Papa Francisco, es una sociedad que produce exclusiones, iniquidad e injusticia, que lleva a muchos a la delincuencia, al dinero fácil, al placer sin límites y al consumismo como dé lugar. Pero por eso y para eso es que el Señor les llama y les invita a que vayan en su nombre, a vendar heridas, enderezar lo torcido, acercar a los que están lejos, curar a los enfermos, unificar las familias, orientar positivamente a la juventud, en fin, santificar al pueblo de Dios.

“Eso significa que tienen que responder al llamado de Dios que les dice, ¿Y a quién enviaré?, y ustedes dirán “aquí estamos Señor para hacer tu voluntad; mándanos a nosotros”, externó.

En sus exhortaciones finales, monseñor Fausto Mejía le expresa a los nuevos ordenados: trasmitan a todos la palabra de Dios, que han recibido con alegría. Procuren creer lo que leen, enseñar lo que creen, y practicar lo que enseñan. Que sus enseñanzas sean alimento para el pueblo de Dios, que sus vidas sean un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que, con sus palabras y sus ejemplos, se vaya edificando la casa, que es la Iglesia de Dios.

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